Mi-amiga-del-alma quería un gato. Pero ni su familia ni la de su moreno, por distintas razones, se podrían hacer cargo del bicho si ellos estaban fuera de casa... así que desistieron de la idea.
¡Y ahí llegué yo! me puse manos a la aguja del 4 y tejí a Encarna -que así iban a llamar al pobre animal- como regalo de amigo invisible unas navidades.
Pero, como veis, a este amineko le dejé la cara un poco feíta. Y yo tenía remordimientos de conciencia, más o menos como el Dr. Frankestein... así que un día, aprovechando una invitación a comer de mi-amiga-del-alma y su moreno, metí a Encarna en el bolso y me la llevé a mi casa. Sí, le robé a mi amiga un regalo que yo le había hecho, pero por una buena razón: voy a practicar una rinoplastia a Encarna. Vale que la cosa se está alargando más de lo previsto, que sus dueños están a punto de poner una denuncia, que el gato ya es mayor de edad... pero está aprendiendo mucho en casa con Mai, que es un gato de verdad, ya tiene el preoperatorio hecho, y desde aquí lanzo un compromiso público: Encarna tendrá nueva cara (aaaaay si le ofrecieran una portada en Lecturas) y todos la veréis.
Y al fin, podrá volver a casa.
Ole por las amigas-del-alma!!!!
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